CULTURA

Día del chamame – Los 100 años de  Tarragó Ros

PUBLICADO 19 SEPTIEMBRE 2023

El 19 de septiembre se celebra desde 2009 en Argentina el Día del Chamamè en homenaje a Mario del Tránsito Cocomarola, uno de los mayores exponentes de este género musical del Litoral, que falleció el 19 de septiembre de 1974 en Buenos Aires.  Un merecido reconocimiento  que también pudieron llevar otros como Emilio chamorro, Ernesto Montiel u Osvaldo Sosa Cordero, Isaco Abitbol o Ramona Galarza.

El chamamè es una danza con raíces indígenas guaraníes, la base musical es guaraní. A esta base musical guaraní, con el tiempo, se le agregaron influencias jesuitas y europeas. El ritmo originalmente indígena fue perfeccionado con el tiempo y las distintas influencias que tuvo.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en el año 2020, declaró al chamamè, la tradicional música y danza litoraleña como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por su trascendental aporte a la cultura en todo el continente.

Tarrago Ross

En esta oportunidad es importante recordar a otro grande a quien se podría haber homenajeado  del mismo modo que a Cocomarola

“El Rey del Chamamè”, nació un 19 de junio de 1923 en Curuzù Cuatía, Corrientes, hijo de un inmigrante español y una criolla correntina, propietarios de una barraca de cueros. Aprendió de niño a tocar armónica, piano, acordeón y batería, tocando este instrumento actúa en la “Orquesta Típica Hernández”;  a fines de la década de 1930 ya integraba conjuntos musicales con su hermano y realizaba giras por la provincia. El 15 de julio de 1943 publicó bajo su dirección el primer número de la revista “Brisas Correntinas”, con noticias musicales, letras de canciones y textos humorísticos, con el fin de promover una conciencia alrededor de la música y culturas litoraleñas. Esa primera  publicación incluía unos versos dedicados a Tarragó por su amigo Luis Torres, además de anuncios de programas radiales y bailes,  Ese mismo año viajó a Buenos Aires integrando el Trío Taragüí, que dirigía Pedro Sánchez. Ya en la capital, otra visión alimentó sus sueños adolescentes- y hambrientos- de ídolo popular: la imagen de Ramón Estigarribia, músico apodado Yaguareté, comiendo con deleite y sin privaciones, feliz y rodeado de amigos en un restaurante del centro. En aquel momento fue además acordeonista de Mauricio Valenzuela, de quien años más tarde hablaría agradecido por sus enseñanzas profesionales, y también tocó junto a Mario Millán Medina, Isaco Abitbol, Ernesto Montiel. Pedro Mendoza y Luis Acosta fueron otros de los amigos que estuvieron cerca en su corto paso por la capital,  luego de una breve estadía en Buenos Aires, en 1944 formó el conjunto “Melodías Guaraníes” con el bandeonista Oreste “Tula” Hernández, junto con sus amigos de la adolescencia, en esa formación están Adolfo Bargas, Edgar Estigarribia, Gregorio Benítez y “Chiquito”  Isaurralde  con quienes realizó giras por el Litoral y  Brasil, además de presentarse en Radio Prieto, Radio Callao y La Voz del Aire. Numerosos anuncios de la época rememoraron lo completo del programa. Si se realizaba en un cine, la primera parte incluía, por ejemplo la proyección de «El Amo del Arrabal», «Tierra sin Ley», o Baile y pasión, y si no, la segunda era la única,  ofrecía «Chamamés, polkas, galopas, Schotis, valseados, canciones, solos de acordeón, solos en botellas, diálogos en guaraní, recitados, solos de bandoneón, «bombo indio» y canciones regionales a dúo. El Botellista podía ser Valentín Zárate, y si la actuación era en Curuzú el cantor y glosista podía ser Gorgonio Benítez, encargado de la barraca y amigo fiel de Tarragó.Entre 1945 y 1948 reemplazó a Tránsito Cocomarola en el conjunto de Emilio Chamorro, donde también se incorpora Edgar Estigarribia, durante  ese tiempo maduró como instrumentista y compositor, pero sobre todo fue definiendo un estilo propio, que sumado a su fuerte personalidad pronto desembocaría en su carrera como director. En 1947 se radicó en Rosario, actuando en La Ranchada, un conocido local musical de Emilio Chamorro y en el Centro Correntino de Rosario. Ese mismo año nace su hijo Antonio fruto de una relación muy fugaz con  Elia Crispina Molina. Allí formó su conjunto con Carlos Olmedo, como cantante, Felipe Lugo Fernández, Rómulo Velásquez, Adriana Selva, Edgar Estigarribia y Alonso. Trabajando en los bailes organizados por los trabajadores portuarios y otros por el mismo, así se mantuvo hasta 1954 en que  tras una prueba en el sello odeón graba su primer disco con los guitarristas Antonio Niz y Felipe Lugo Fernández, un disco de 78rpm con El Toro y Don Gualberto. Su repercusión fue inmejorable, al año siguiente volvió a grabar, y a partir de allí comenzó su ascenso.  Ya para entonces  lucia sus bombachas con  botas,  sombrero  e impecable pañuelo al cuello y unas corraleras también bordadas que había tomado de las antiguas imágenes de Carlos Gardel, a quien mucho admiraba, grabando la obra  que el zorzal criollo firmara en companía de Francisco Brancatti y José Razzano, “Mi Caballo Bayo”. Su estampa de hombre alto y de sonrisa mansa comenzó a ser sinónimo de ese fragor alegre que se desataba en los bailes desde el primer acorde que pulsaban sus dedos.

Para los años ´60 era uno de los músicos más populares del litoral  y uno de los mayores vendedores de discos del país, y los sellos discográficos se disputaban su contrato. En 1964 había pasado el millón de placas vendidas y fue distinguido con su primer disco de oro. Más adelante obtendría otros dos, uno de platino y el preciado Templo de Oro que la compañía discográfica ofrecía sólo a sus grandes estrellas históricas. En 1966 incorpora a su hijo Antoñito  al conjunto, Tarragó tenía su propio salón de baile en Rosario, el Humberto Primo, y no abandonaba la actividad gremial en la Seccional Rosario de la Unión Argentina de Artistas de Variedades. Los sucesivos discos de larga duración, las radios y sus frecuentes presentaciones televisivas afianzaron su popularidad, ya comenzaba a ser llamado “El Rey del Chamamè”. En la intimidad de su casa de Rosario, se lo podía ver cenando a la madrugada junto a Angelita Lescano, su compañera de los últimos años, y escuchando chamamè por la radio. Llegó a componer casi doscientos temas: El Desconsolado, Porque te fuiste, El Prisionero, Madrecita, A Curuzú Cuatiá, Caña con ruda, El Afligido, Escuelita de mi Ayer,  El Galpón y El gateado  con su admirado  Roberto Estigarribia, Don Gualberto, Granja San Antonio, y colaboraron y/o trabajaron con el músicos y cantores de  talla de: Isaco Abitbol, Ángel Guardia, Juancito Tesare, Edgar Estigarribia, Serafín Altamirano, Tito Aguilar, Miguel Cascio, Juan Pastor Borda, Roberto González, Josè Brondel, Carlos Olmedo, Chacho Abrigo, Gregorio de La Vega, Miguel Salazar Fernández , Raul Albornoz, Atilio Taborda, Oscar Ríos y Andrés Cañete. Una de sus grabaciones más recordadas es junto a Ramona Galarza “Los  Grandes del Litoral”.

Cuando sintió el primer y único aviso de su corazón, se levantó tranquilo, se afeitó, se vistió con su cuidada elegancia habitual, y salió para internarse en el Sanatorio Corrientes, en Rosario. A las 14 del sábado 15 de Abril de 1978 dejó de existir, víctima de un paro cardíaco. Hoy sus restos descansan en un mausoleo de su pueblo natal junto a tres de sus entrañables amigos, Edgar Estigarribia, Gualberto Panozzo y Eladio «Galleta» Romero.

A cuatro meses del fallecimiento del «Rey del Chamamè», sus músicos graban un disco bajo la denominación «El conjunto de Tarragó Ros»; dado el resonante éxito de este primer trabajo, en l980 graban otro disco «Seguimos su huella Maestro». Posteriormente se constituye artísticamente el conjunto «Los Reyes del Chamamè» que estuvo integrado por Andrés Cañete (primer acordeón), Pedro Néstor «Gualeyo» Cáceres (segundo acordeón), Julio Atilio «Pinino» Gutiérrez (primera guitarra), Nicolás Oscar Dettler -verdadero nombre de Oscar Ríos- (segunda guitarra y voz), Miguel Salazar Fernández (contrabajo) y Edgar Emilio Estigarribia (glosas). En los 8 años de duración de este conjunto gravaron varios discos entre ellos  “Los  Grandes del Litoral” Volumen 2 con Ramona Galarza. Cuando Edgar Estigarribia decide desvincularse de la formación  por razones de salud llega a su fin la existencia del conjunto.

Algunos de sus compañeros de ruta:

No fueron pocos los músicos con los cuales compartió su actividad sin embargo  algunos de esos nombres se fueron perdiendo en el tiempo como el caso de Alonso quien fuera parte de su  primer conjunto en Rosario solo su apellido se recuerda, de algunos otros  si podemos dar  cuenta de su vida y obra.

Pedro Sánchez, Hombre de la primera hora de nuestro chamame, escuela donde se formaron incipientes valores, quienes con el correr de los años serían figuras rutilantes en la defensa y difusión de nuestra música. Bandoneonista, guitarrista y cantor, nacido en Puán, provincia de Buenos Aires el 14 de abril de 1910. Las denominaciones de sus conjuntos son sucesivamente: “Orquesta Correntina de Pedro Sánchez” primera vez que se impone el nombre de “Correntina” en el año1933; luego “Quinteto los Menú” y posteriormente “Trío Taragüí” de Pedro Sánchez. En ellos desfilan de la talla de Ambrosio Miño, Marcos Ramírez, “Tito” Aranda, Tarragó Ros, Transito Cocomarola, Álvaro Copello, Pedro Pascasio Enríquez, Pablo Domínguez, Ramón Sixto Ríos, Reynaldo Díaz, Alberto Castellán y la inimitable voz de Pedro De Cervi.

Además son incorporados instrumentos no tradicionales como clarinete, saxofón, piano y violín, originando un sonido peculiar para la época y también son muy recordados sus chamamés y valseados con diálogo y relaciones, Pedro Sánchez también participa y graba con el “Conjunto Coembotá” del que era el director su amigo Carlos Alberto Castellán.

Carlos Olmedo, nacido en Tranqueras, Rivera, Uruguay, cuyo nombre real era Delmar Velázquez Childe, era un cantante y compositor dedicado al género del tango. Era un niño cuando su familia se fue a vivir al Barrio Sur de Montevideo. Tenía 19 años cuando a partir de ganar un concurso de cantores del Gran Café Ateneo, luego siguió su carrera en Argentina, con las orquestas de  Ricardo Pedevilla, Osvaldo Pugliese y Aníbal Troilo y también como solista.

Edgar Estigarribia, curuzucuateño como Tarragó, este 14 de septiembre se cumplieron  100  de su nacimiento también, amigo desde la adolescencia, lo acompañó  desde la conformación de  “Melodías Guaraníes” y  en “Los Hijos de Corrientes”, el conjunto de Emilio Chamorro,  ya radicado en Rosario, junto a su amigo, da inicio a una serie de audiciones radiales como “Nostalgia del Terruño”, para difundir la música  y cultura litoraleña, además  forma su propio conjunto con el que realizaría varias giras por Entre Ríos y Corrientes, la formación inicial estaba integrada por el mismo Estigarribia, Alejo “El cunumì” Vergara en acordeón, y las guitarras y voces de Rómulo Velázquez y el Uruguayense Martin Arroyo, LT 11 Radio “Gral. Francisco Ramírez” supo contarlo como animadores de sus audiciones en vivo. Luego pasaron por dicho conjunto Luis Santa Cruz, Federico Uribe, Nicolas Oroño y Juan Acosta. Regresaría  en la década del 60 al conjunto de Tarragó Ros, acompañándolo hasta su muerte,  luego se radicaría un tiempo en Curuzù Cuatiá donde en LT 25  retomaría sus audiciones radiales bajo el nombre “El Poeta de Guaran” hasta que se conforman  “Los Reyes del Chamamè. Levan su firma varios temas entre los que destacamos “Por ahí cataba Garay”, “Lejos de Curuzù” y “Me llaman el Tacurú”.

Felipe Lugo Fernández, nacido en Corrientes, guitarrista, se  inicia acompañando al  acordeonista Marcos Herminio Ramírez realizando giras por el Chaco,  en la década del 50 se radica en Rosario y pasa a integrar el conjunto de Tarragó Ros, durante su permanencia  creo junto a Tarragó mas de 100 temas  entre algunos de ellos podemos citar: “Don Gualberto”, “El Fusilado” y “El Petiso Maceta”.

Adriana Selva, esta cantante y letrista nació en Rosario y sus `primeras actuaciones fueron en “la Rachanda” donde se vinculó con tarrago,  allí serían sus primeras actuaciones con el músico que seguirían en  Buenos Aires, se integra al conjunto “Tarragó Ros y Ángel Guardia” con quienes graba para el sello “Nico”, también actúa junto a ellos en LT 2 “ de Rosario.

Miguel Salazar Fernández, oriundo de La Paz, Entre Ríos, intuitivamente comienza  a tocar la guitarra y se integra a diversos grupos que animaban las fiestas  de los paisanos del Frigorífico Santa Elena. Luego se radica en Rosario, se incorpora al conjunto de Emilio Chamorro y tras un lapso de un año  pasa al de Abelardo Dimotta con quien esta  durante otros cuatro sin registrar grabaciones, para a finales de la década del 60 incorporarse a la formación de Tarragó Ros a quien acompaño hasta su muerte, y  luego ser parte de Los Reyes del Chamamè,  entre sus obras podemos citar “El Campo en llamas”, “Expresión misionera”, y “Guayquiriano orilla”, por nombrar algunas.

Andrés Cañete, acordeonista, autor y compositor nacido en Santa Elena, a los 10 años integraba con sus hermanos el conjunto dirigido por su padre, a comienzos de los años 50 se radica en Rosario y  se incorpora a la embajada cultural de Emilio Chamorro, realizando su primer gira por Corrientes junto a Tarragó, luego paso a acompañar a Mario Millán Medina por un tiempo de dos años, tras lo cual vuelve a “Los hijos de Corrientes” con Chamorro, ya para 1960 se queda definitivamente con Tarragó Ros, es co director del conjunto y al formarse “Los Reyes del Chamamè” asume su dirección, siempre con la fuerte presencia en esta formación de Edgar Estigarribia. Llevan la firma de Andrés Cañete, entre otros temas, “El Tirabuzón”, “Amanecer Campero”, “Guarda la Tosca” y “A la Altura de la Gramilla”.

Pedro “El Gualeyo” Cáceres, otro entrerriano que acompañó a don Antonio, desde niño comienza a tocar  el acordeón de dos hileras, sus primeras actuación son con conjuntos de la zona de Gualeguay, en 1963 se radica en Buenos Aires y es convocado por la chaqueña Angelita Lezcano para integrar  su “Embajada Guaraní”, en 1966 pasa a ser parte del conjunto de Damasio Esquivel, también integra “La Tribu Goyana” que dirigía el maestro Mauricio Valenzuela, para fines de esa década forma su propio conjunto “Brisas Entrerrianas”, a partir de  1971 se vincula con Tarragó y al morir este en convocado a integrar “Los Reyes del Chamamè”,  algunos de sus temas, “Orillando el Tajamar”, “Dale vuelta la pisada”, y “Fiel Juramento”.

Modesto Mateo “chacho” Abrigo, nació en victoria y su infancia transcurrió en Estación Hernández próxima a Nogoyá, se inicia tocando la guitarra y luego pasa al acordeón que sería el instrumento con el cual desarrollaría su carrera artística, para el año 1947 se radica por un tiempo breve en Rosario donde se vincularía con Tarragó Ros cultivando una sincera amistad que lo llevaría a ser colaborador de este, en eso tiempos para los chamamecero entrerrianos les era mucho más cómodo instalarse en esta ciudad santafecina donde el  chamamè estaba en auge, ya don Emilio Chamorro había sentado las bases fortalecidas por la presencia entre otros del curuzucuateño y por otra parte Buenos Aires estaba absorbida musicalmente por el tango. En 1948 forma parte del  trio “Los Hermanos Olmedo”, por un tiempo se aleja de la actividad artística, vive en la provincia de Corrientes,  regresa  a Entre Ríos y  nuevamente  se vincula con Tarragó Ros que lo suma a su embajada artística, realiza varias grabaciones con él y le aporta temas de su autoría al repertorio tales como “Apriete que va la marca”, “Jineteando el 25”,”Mensaje de Campo y cielo”, por  nombrar algunos, posteriormente  forma su propio conjunto “Chacho Abrigo y sus montieleros” y colabora también con “ Entrerriano y de Victoria”, “Estación Hernández”, y “Acordeón Tuya Porà” entre tantos.

Homenajear a Tarragó Ros,  en un acto de amor  a la cultura chamamecera y guaraní, reconocer a un hombre que se brindó  por la creación musical y difusión de las costumbres  litoraleñas, un correntino que le abrió las puertas a  los chamameceros fuesen de donde fuesen, por ello vemos a varios entrerrianos junto a él y eso no es algo menor, pues si bien Entre Ríos tiene su género propio, La Chamarrita, no podemos soslayar el aporte de nuestros músicos al chamamè,  y la convocatoria que tiene este ritmo para ellos, al que  gran parte de los  entrerriano lo sentimos  tan propio como lo sienten los correntinos.

Elìas Almada

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